Del dicho al hecho

Cuando perdemos a nuestros abuelos, evocamos la sabiduría que de ellos emanaba, la herencia de la oralidad compartida en el cuento nocturno, el decir agraciado, la sentencia oportuna y precisa.
El trabajo con imágenes de revistas de los años 40 y 50 del siglo pasado se propone remarcar el sentido del vínculo con los ancestros proyectado en una dinámica vigente.
El refrán se inscribe en más de una circunstancia, es metáfora que se ha asociado a nuestra forma de ser.
No pierde actualidad, está incorporado de tal modo que casi no lo sentimos: es parte de la vida diaria.
Así como conservamos esta fuente de pragmatismo o de ironía, tendemos a modernizarla e incorporarle nuevos dichos y refranes enriqueciendo su polifonía.
Vincular  ámbitos y lenguajes.
Llevar lo visual a un referente de la oralidad popular con toda su carga metafórica y múltiples interpretaciones es propósito de la obra de arte que trabaja necesariamente con lo inefable.
Acudimos al inagotable flujo del lenguaje cuyos recursos permiten retratar toda nuestra humanidad y deshumanidad.
Cuando oímos un refrán, pensamos en su significado, en el símbolo, no en la imagen: ésta lo desacraliza y lo anula, porque ha producido un choque de lenguajes.
Una vez, superado el trauma, se reinventa con nuevas contribuciones.
La literalidad que se concreta en el refrán ilustrado pierde el sentido original por un momento, se vuelve absurda al materializarse, pero posee la cualidad de volver a inventarse.